lunes, 27 de junio de 2011

A MIS PADRES


   Escribí este poema para un recital en Zaragoza. Aparece en la antología "Poemas a viva voz III". Es un poema dedicado a mis padres, porque todos los padres cobijan nuestros miedos y nos dan fuerza para seguir. Yo, que he sido una niña miedosa, recuerdo siempre que todo era más fácil cuando me cogían de la mano y me sentía a salvo y segura.


   Aún están ahí, tal como eran,
mis sonrisas felices y mis sueños
de mariposas grandes y de azúcar.

Aún están ahí, en vuestra fuerza,
las alas arrancadas a mis miedos
bajo la atenta luz de vuestros ojos.

Y sé que aún vigiláis mis ilusiones
-que aún están ahí-, igual que entonces,
cuando cabía el mundo en vuestras manos
y todo era más fácil y seguro.

Aún podemos dejar que se deslicen
nuestros dedos de lluvia en los cristales
y dibujar los sueños en las nubes.

(Porque aún están ahí, casi intocables,
vuestra sonrisa azul y mis recuerdos).


domingo, 26 de junio de 2011

El sombrero de mago ha envejecido


   Pasa el tiempo y un día volvemos la vista atrás y nos damos cuenta de que hemos perdido cosas pequeñitas, que eran importantes. ¿Aún están en nuestras vidas? ¿Aún somos capaces de creer en la magia?

"La varita del hada
que perdimos
segaba nuestras trenzas
y, -el sombrero de mago envejecido,
la magia mutilada -,
andábamos buscando cajitas-ataúdes
de nuestros diminutos zapatos infantiles,
(enterrad peter pan
stop
urgente).
El vendedor de globos no nos reconocía,
la confitera se había jubilado,
el alegre heladero
y aquel cine ambulante
no volvían…"

   Hace siglos que no he visto cines ambulantes. Y me gustaba mucho el cine ambulante de verano, en la Plaza Vieja de mi pueblo. ¿Aún existen los cines ambulantes?

"Cementerio de gorriones", nueva edición


  Decidí reeditar este “Cementerio de gorriones”, tras muchos años de fotocopiarlo para los nuevos amigos que iban incorporándose a mi vida y para quienes no conseguían encontrarlo: el libro se había vendido en ocho meses y medio. Un milagro para una perfecta desconocida como yo.
   Han pasado veintitrés años desde aquel verano de 1988 en que terminé de escribirlo y lo presenté a concurso. Veintitrés largos años desde que recibí el Premio “Gerardo Diego” de Poesía, por unos cuantos poemas sobre recuerdos de mi infancia y de mi adolescencia. Algunas de las personas importantes de mi vida ya no están aquí para ver este nuevo “Cementerio de gorriones”. Aquel primer premio, aquella primera ilusión compartida con ellos, me abrió las puertas al mundo de la poesía.
   He escrito mucho desde entonces. Aunque en los diez últimos años no he publicado nuevos libros, la poesía me ha acompañado en los momentos decisivos: en los momentos de luz y en los momentos de sombras, en la felicidad y en la tristeza.
   Fue mi madre, meses antes de morir, quien me animó a volver a escribir y a publicar, “a hacer cosas para mí misma, a dedicarme otra vez a la poesía”. Y fue así como decidí que había que reeditar este libro.
  Conforme fui expresando deseos en voz alta, aparecía alguien que iba a realizarlos.           Quise reeditarlo y aparecieron Juan Carlos y Tere, tan hermosamente humanos, tan acogedores. Tan animosos y llenos de fuerza y convicción. Y creyeron en mí, y dijeron que adelante. Que nos embarcaríamos juntos en esta pequeña y loca aventura de editar un libro de poesía. ¡Con lo poquísimo que se lee la poesía! Hay que ser locos para creer que esto puede funcionar. Pero estoy segura de que sí funcionará y nos dará suerte, mucha suerte.
   Quise imágenes para mis poemas y Mercedes, a quien aún no conocía,  me prestó sus maravillosos cuadros, tan cargados de fuerza y de dulzura. Nada más verlos, me enamoré de sus niños en la playa, del abuelo con el bebé en brazos, -tan tierno-, de los ojos de Lorena que traspasaron los míos, del gesto reflexivo de Emilio-padre y su aire de abandono relajado, de la sonrisa de Emilio-hijo, de Covadonga, de Pelayo…
   Quise voz para acompañar mis versos, y mi amigo José Carlos me prestó la suya, esa extraordinaria voz, cálida y honda, que suena a hogar, a casa, a corazón cercano, y  que tanto me emociona el alma cuando recita mis poemas.
   Quise vídeo, y ahí estaba Pedro, uno de mis actores favoritos (¡tiembla, Banderas!), con sus enormes ojos fotográficos, llenos de imágenes mágicas, que encajarán en un puzzle de luces y de sombras, de colores, por donde se cuelan las pinceladas de Mercedes.
    Quise música, y Cristóbal deslizó los dedos por pentagramas de luz y por notas de estrellas. Y me hizo esperar el milagro que, al final, llegó. Sólo para que yo pudiera sonreír al escuchar su música.

  Este libro de ahora ya no es solamente mío: es de todos y cada uno de ellos también. Está cargado de amistad, de generosidad, y de cariño. Está lleno de luz. Una parte, un trocito de cada una de nuestras almas, se ha juntado en estas páginas y ha hecho que el todo suene como una sinfonía armónica que, espero, va a  complacer a quienes se asomen a leernos.
   En alguna parte, en algún rinconcito del cielo, lo sé, mis padres deben estar recordando a aquella niña que fui, y que hacía libritos con las hojas viejas de los calendarios. Y estoy segura también de que deben andar sonriendo ahora mismo.


-"Cementerio de gorriones" se puede comprar en Internet en:
http://www.setelee.com/tienda_setelee.html
y en tiendas El Corte Inglés

sábado, 25 de junio de 2011

Franjas de sombra


El martes 30 de marzo de 2010, escribí una entrada que me gustaría volver a compartir


Acabo de enterarme de que ha muerto Verónica, la hija de Poldy Bird. Lo siento. Poldy Bird es una escritora a la que admiro desde hace años. Me he releído muchísimas veces sus "Cuentos para Verónica", hermosísimos y llenos de luz.
Elegí "Franjas de sombra", como título para uno de mis libros, por una frase de PB:
"La vida misma es una sucesión de luces intermintentes, como parpadeos. ¿Y por qué extraño mecanismo se me ocurre, se te ocurre, se nos ocurre, detenernos en las franjas de sombra?"

viernes, 24 de junio de 2011

Con el puzzle incompleto

Ahora que vuelvo a reeditar mi primer libro, "Cementerio de gorriones" empiezo este blog con un verso del poema que da título al libro:

"Cuando quisimos darnos cuenta
el viejo cementerio de gorriones
ya no estaba en su sitio
y el ángel de la infancia
andaba loco
con el puzzle incompleto entre las manos"

Pasa el tiempo y vamos perdiendo personas que queremos. Faltan piezas en el puzzle de nuestras vidas. Pero la vida sigue. Y aquí estamos.