lunes, 29 de octubre de 2012

RITUAL DEL VISITANTE, un poemario de José Verón Gormaz



   Supongo que no puedo ser  estrictamente objetiva con la poesía de alguien a quien admiro y quiero, como es José Verón Gormaz. Pero créanme si les digo que lo que yo he sentido al leer estos versos ha sido verdaderamente especial. Y que me gustaría compartir con ustedes  un poco de  la misma emoción que me  produjo -y me produce-  este libro.

   La lectura de los primeros poemas me transmitió una sensación de serenidad y de calma. De emoción contenida, que fue in crescendo hasta que llegué al final del libro y descubrí varias cosas: me di cuenta de que mi café estaba ya frío sobre la mesa, el tiempo había pasado sin mí y hacía un buen rato que mis lágrimas resbalaban sobre el libro aún abierto.


   Es éste uno de esos libros que dejan poso en el lector y que –supongo yo- también son significativos en quienes los escriben. Da una impresión de transición, como si el autor hubiera querido marcar una línea de luz en su poesía entre su obra pasada y este nuevo poemario, y comenzar un ciclo diferente. Como quien se sienta a contemplar serenamente su vida  –“Aunque sé que del tiempo no se puede escapar”-  y se da cuenta de que mereció la pena cada minuto, cada emoción que arañó el alma y el papel. Pues uno aprende a escribir y a reescribir versos con la madurez y la sabiduría que dan la reflexión y el sentimiento.

    Encontrarán ustedes temas que son muy veronianos, si se me permite el término: la música, el canto que, como dice el poeta, dentro de él “cautivo permanece”, el cine, la poesía, el paisaje…, aunque seguramente, el enfoque, como digo, es un punto diferente a como nos tiene acostumbrados el autor.

   La primera parte, “Entre las horas”, se refiere entre otras cosas,  a la creación poética. El poeta rescata puñados de palabras, que “Quisieran ser el germen de un poema/ como el ave que olvidó su destino”. “Buscan, bajo la lámpara, / el amor de algún verso. / No apagues esa luz”. O más adelante, “Sobre líneas de sombra alucinada, / tiembla el germen oscuro de la luz, /el fuego inmóvil de la incertidumbre.”

  La luz que el poeta rescata de las sombras y de la bruma. La oscuridad como germen de la luz. La luz, la inspiración. La luz en el sentido que León Felipe aplicó a la poesía, cuando escribió: “Y la poesía entera del mundo tal vez sea la luz. La luz en una dimensión que nosotros no conocemos todavía”.


 Y también nos habla de la nostalgia que acompaña las horas, de la lluvia, del silencio necesario para la creación poética. ¿Existe tal vez una identificación entre ese silencio interior del poeta y el silencio de los “Pueblos solos”? Pueblos en los que “Un duende triste oculto entre las ruinas/ de cada pueblo abandonado, / toma la voz prestada del viento susurrante/ para decirle a nadie que no hay nada”. Él dice en “Bikor”: “Me respondió el silencio/ con sus fugaces duendes”.

   En “Sonata del Sur” escribe: “Bajo los negros lirios de la noche/ en un lugar sin puertas ni caminos/ purificado por la soledad, / nace un poema que nadie ha de leer/ y un olvido que impone la memoria”.

   La segunda parte, “Voces y versos”: “Invoco a la palabra para ver tras la niebla, / para buscar los senderos del conocimiento”. La palabra que puede quebrar la espada del tirano. La palabra que puede conjurar “la soledad desnuda” (“Están solo el poeta y solo el verso. /No hay nadie alrededor “). Tan sólo hay “versos imposibles/ palabras, voces, ecos, viento, nada”. “Cuando vuelve el silencio/ suena en mi corazón como una melodía”.  “El silencio responde , / omnipresente y sabio, / que ese vacío es nuestro”, nos dice en “Rubaiyat” (referencia aquí al  el poeta Omar Khayyam). Es en ese silencio sonoro de la soledad donde surge la “fértil luz de la palabra”, una palabra que puede nombrar incluso lo que desconocemos. Pues sólo existe aquello que nombramos. 

   Llegamos a la tercera parte, “Sombras de la ciudad”. Despierta el día detrás de los cristales. El día enciende la claridad del libro dormido sobre la mesa. “Caminos de papel y de palabras/ en un libro dormido que despierta. /Cuánta sombra y al cabo cuánta luz”. En los rostros de la multitud, en la hora punta, “vive partida el alma/ de un muro de silencio/ que ha tapiado los días para siempre”. Y hay otra ciudad que el poeta conoce. “¡Pobre ciudad sin alma, / perdida entre paredes. / Yo te conozco…”.

  Avanzamos hasta un poema, para mí uno de los más hermosos del libro, titulado “Expolios” que nos habla del “día postrero del viaje decisivo”, donde habrá “algún instante anónimo de efímera belleza/ que ponga en paz al mundo y a la vida”, “un gesto, una visión, una palabra, / siempre un indicio de luz estremecida”.


  Termina el libro con varios homenajes, muy en la línea de José Verón: el poema “Hiroshima, mon amour”, homenaje a Alain Resnais,  “Billie´s Blues”, evidentemente, homenaje a Billie Holiday, la reina del jazz, y “La paloma de Poe”, en recuerdo de Edgar Allan Poe. O el poema que concluye el libro, “El último concierto de Fats Waller”.
 
  En “Inviernos cibernéticos”  otra vez el paso del tiempo: Heráclito,  Khayyam de nuevo. Incluso el mito de la caverna de Platón (“sombras en la pared y en las palabras”. “Los cautivos escapan/ por el hueco sutil de la belleza”).

     Hermosos, muy hermosos,  todos los poemas de este libro: arañazos de luz en el alma del lector. Yo les recomiendo que lo lean,  que se dejen llevar por la magia de las palabras, y que lo disfruten.  Juzguen ustedes por qué conmueve, por qué emociona tanto.

     De “Ritual del visitante”, de José Verón Gormaz, yo me quedo con estos dos versos :

  “Somos rumor errante, /náufragos desterrados salvados por un verso”.

COPA DE LETRAS nº 6 (octubre de 2012)


CICLO ORGANIZADO POR:
ASOCIACIÓN ARAGONESA DE ESCRITORES

Literatura y vino el viernes, 26 de octubre, 
a las 19 h., en el HOTEL FORNOS, de Calatayud 
(cata de vinos gratis).
FOTO: Mundofotos

Escritores invitados:

Fernando Aínsa, Ada Menéndez,
Fran Picón y Cecilia Bardají
Modera la tertulia: Blanca Langa

Con la colaboración de: 
VINOS CIRIA
y las librerías:
COSTA, JESÚS
ZENTRO
y Donde los libros

Bodega invitada:

BODEGAS  VIRGEN DE LA SIERRA
 DE VILLARROYA DE LA SIERRA

sábado, 6 de octubre de 2012

ALGO CONOZCO DE VINOS, Juan Verón Gormaz (Copa de Letras, 25 de mayo de 2012)



   Cuando Blanca me invitó a participar en Copa de Letras, en seguida pensé qué poemas o qué letras de canciones iba a leer. Fácil, no tengo más. Pero no sabía qué decir sobre vino. Sí, claro, conocía la famosa frase de Cesar Augusto: “Vini, vidi, vinci”. ¡Era Augusto, y estaba “augustísimo”!, como para no estarlo: Vini es Vino, Vidi está claro: Vides para hacer Vino, y Vinci sería por Leonardo. ¡Anda que no era culto Cesar!

   A lo que iba: yo el vino me lo bebo, y lo disfruto, pero hablar sobre él, me resulta complicado; cómo olerlo, realmente no lo huelo, porque esta nariz superlativa que tengo solo sirve para sujetar las gafas o para hacerle poemas, pero no tiene más utilidad. Gracias a que me queda el retrogusto y con él, ya saben: puede sentirse algo más o menos cercano al olfato. Seguro que Cesar diría retro-augusto.

   Como les decía, no sabía qué decir sobre vinos, hasta que tomando unas copas de Samitier, de la Bodega de José Antonio Ibarra, una de ellas, creo que fue la octava o la novena (sería la octava porque no soy muy religioso)…, bien, pues una de ellas, una copa me habló y me dijo: “Juan, estate tranquilo que yo te iluVino, sí, sí, dijo “te iluVino para que sepas qué decir”. Cerré los ojos para prestar más atención, pero los abrí de inmediato y tomé dos copas más, ó tres. Los cerré de nuevo. Me dormí, y no recuerdo nada más. Este insólito suceso me abrió el caVino y escribí lo que sigue:

   Algo conozco sobre tipos de vino, por ejemplo sé que el vino que se hace con uva blanca se llama alVino y el que se hace con mala uva malVino, que nada tiene que ver con aquellas islas por las que, hace años, entraron en conflicto Argentina y Reino Unido. ¡Ah!, y no olvidemos que un buen caldo, lógicamente, se denomina diVino

   En cuanto a tecnicismos, también he ido aprendiendo cierta terVinología: a un buen enólogo se le define como adiVino y cuando estos hallan un caldo especial, para personas muy concretas, lo catalogan como  Vinoritario, es decir para Vinorías.

   Un vino que no sé sabe si es blanco, es tinto, o es como el de Asunción, se le llama andróVino. Y las personas que odian este manjar son misóVinos, mientras que los únicos animales que gustan de éste son las ovejas: el ganado oVino, en concreto la raza “Ovejas Borrachas del Norteysur”. ¿Saben? El color de su lana depende de qué vino beben: tinto o blanco. El rosado parece ser que no les gusta.

   También hay un juego de cartas, muy aragonés, en el que cuando se cantan las cuarenta en el palo denominado Copas, obliga a los jugadores a tomar una ronda de vino; se llama “El Viñote

   Conozco algunas marcas y bodegas, como las riojanas Ramón Blindao y Viña Condonia; conozco vinos de Castilla-León, el de los tres mosqueteros, bueno realmente es de uno solo: ¡Protos!, ya saben Atos, Protos y Aramis. Allí tenemos también el vino que sirve “pal picor”: el Marques de Rascal. Y en Calatayud, el favorito del César: la bodega Augusta Bílbilis: “Vini, Vidi, José Antonii-o”

   En mi familia también hay vinos. Uno tiene nombre de caramelo, ¿recuerdan la canción?: “Caramelos Lugus”. Otro lleva nuestro apellido: Viñas del Vero. Ene. ¡Ah, no, no, es Viñas del Verón!, je, je, Gewürztraminer, que es del Somontano. ¿Quién lo diría con ese nombre?

    Ya saben que la cultura del vino ha ido en progresión, tuvo un crecimiento vertiVinoso. Ahora, sin embargo, con la crisis ha aVinorado ese ritmo y por ello las bodegas han creado nuevos vino: los vinos ebrológicos (con uvas del valle del Ebro, sin tratamientos fitosanitarios), los híbridos con legumbres: plantas leguVinosas, o con olivos que son las oleaVinosas. Hay bodegas que incluso añaden vitaminas a los mostos, aún a riesgo de sufrir hipervitaVinosis.

   Podría pasar horas y horas así: hablando sobre vinos sin decir nada. Pero les aburriría. De todos modos, si después de este Copa de Letras seguimos vivos, podremos decir que sobreviVinos. Y además, cuando recuerden esta disertación, entre poetas, entre borrachos, entre copa y copa de letras y de vino, seguro que hablarán de “aquel que interVino un 25 de mayo de 2.012”. Espero que hayan estado “augusto”, como Cesar.

Y con esto, terVino. Gracias y Vinas tardes.

                                          Juan Verón Gormaz


JUAN VERÓN GORMAZ es músico y tiene en marcha un proyecto muy interesante en el que todo el mundo puede participar. Para más información:
http://www.verkami.com/projects/3176-signos-en-el-tiempo-musica-y-poesia-en-momentos-dificiles