FOTO: Riachuelo. Monasterio de Piedra. Blanca Langa |
No quiero hacerme oír a voces.
No quiero gritar más que vosotros.
Hay otras formas de aplacar el ruido
y la locura
no se cura
con gritos y amenazas.
No quiero acostumbrarme al grito.
No quiero gritar más que vosotros.
Que nadie se confunda:
no soy débil.
Cuando callo,
serena como un río,
cuando empuño el silencio
no soy débil.
Sólo afilo mi fuerza.
Cuidaos del silencio, porque a veces
puede ser peligroso,
mucho más peligroso,
y más letal,
que un puñado de gritos y palabras.
Blanca Langa
No, Blanca, débil no eres, eso está claro. Pacífica, sí.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Después de contemplar la imagen que presentas previamente a tu poema, ya lo creo que el grito y la amenaza serían horrorosamente destructivos. Hablar, decir, pensar, meditar, son lo propio en un lugar tan apacible como el que muestras con tu fotografía, y que creo es el mismo de donde ha emanado tu poema.
ResponderEliminarUn abrazo
Hay gente que habla a gritos y están acostumbrados a que se les hable con gritos. No me gusta hablar a voces. Es gente que confunde la debilidad con el silencio. Por ellos lo escribí.
ResponderEliminarAbrazos a los dos.