martes, 22 de noviembre de 2011

GRACIAS, ÁNGEL (a mi Ángel de la Guarda)

    Querido Ángel:
    Sé que eras tú quien evitaba mis caídas y guiaba mis pasos infantiles. Eras tú quien me abrazaba cuando lloraba, y me cantabas canciones de cuna para que me durmiera, y no vinieran a devorarme los dragones.
 Sé que eras tú quien borrabas la memoria de mi alma para que me dolieran menos las cosas tristes que era inevitable que ocurriesen. Tú quien secaba mis lágrimas cada vez que perdía una batalla.
  Y fuiste tú quien sujetó mi mano, y se sentó a mi lado en el asiento vacío del avión la primera vez que volé, me mostró la belleza de las nubes por encima del mundo y me hizo sonreir.
  Sé que también fuiste tú quien sujetó la mano del conductor el pasado domingo, camino del aeropuerto, y le ayudó a frenar cuando aquel coche se empotró de frente contra nosotros. Milagrosamente, sólo se llevó por delante un trozo del autobús donde viajábamos. Yo sé que fuiste tú. Que tú evitaste que voláramos todos juntos hacia el cielo.
  Y fuiste tú también quien consiguió que el taxista llegara a tiempo de que yo no perdiera mi AVE de vuelta a casa, a pesar de la hora de retraso de mi avión.
  Me duele el brazo ahora y me molesta la mano con la que sujetaba la maleta. Pero aún sigo aquí, gracias a ti.
  No dejes nunca de abrazarme, aunque yo no pueda verte... todavía. Gracias, Ángel.
  
   

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