Acababa de recitar con Trinidad Ruiz Marcellán, Lou de Bouvoir y Ramiro Gairín el viernes por la noche. Un recital precioso, porque me emocionaron mucho los tres. Al terminar, me despedí de todo el mundo. Y me quedé con Pilar, paseando bajo la lluvia hasta el tranvía. Nada hay más agradable que empaparse de lluvia.
Odio los paraguas. Los pierdo casi siempre. Los olvido en las tiendas o en las cafeterías. Y termino volviendo a casa con el pelo mojado y la sonrisa feliz. El viernes llovía lo bastante como para saltar en los charcos. Volví a sentirme niña bajo la lluvia y compartí confidencias con Pilar. Seguí sonriendo mientras me secaba el pelo. Seguí sonriendo arrebujada en las sábanas.
La felicidad son momentos pequeños, instantes de luz, o simplemente, un paseo de noche con una buena amiga. Un paseo de lluvia y confidencias.
Odio los paraguas. Los pierdo casi siempre. Los olvido en las tiendas o en las cafeterías. Y termino volviendo a casa con el pelo mojado y la sonrisa feliz. El viernes llovía lo bastante como para saltar en los charcos. Volví a sentirme niña bajo la lluvia y compartí confidencias con Pilar. Seguí sonriendo mientras me secaba el pelo. Seguí sonriendo arrebujada en las sábanas.
La felicidad son momentos pequeños, instantes de luz, o simplemente, un paseo de noche con una buena amiga. Un paseo de lluvia y confidencias.
Exquisito en su exacta brevedad.
ResponderEliminarAbrazos
Precioso, y fascinante en su femenino discurrir.
ResponderEliminarMe encanta leer a las mujeres, porque es otro lado -uno más- de su belleza natural.
Saludos desde el sur de Sudamérica.
Blanca, una pena no verte ese día, pero a juzgar por este retazo que nos has dejado, me imagino que estuvo muy bien.
ResponderEliminarLa lluvia le da un punto romántico a momento.
besos
Gracias, Bocanegra, Navegante y Miette, por los comentarios. Fue un recital precioso. Y un bonito paseo bajo la lluvia.
ResponderEliminarBesos y sonrisas a los tres.