FOTOGRAFÍA: Monasterio de Piedra, Blanca Langa
A veces, la vida tiene un regusto amargo.
Un regusto a balín en la recámara.
Descubres con asombro
revólveres cargados
en pasteles de azúcar.
Otros -no importa dónde,
no importa por qué-
piensan en cómo
los van a utilizar contra sí mismos.
A veces, la vida tiene un regusto amargo.
A veces, como también de vez en cuando, Blanca, la vida nos enseña sus misterios, y éstos, no siempre, son tan dulces como imaginábamos.
ResponderEliminarUn abrazo
La vida no deja de sorprendernos, querida Blanca, y siempre es agridulce. Me gusta la imagen de la pistola en el pastel de azúcar... al menos no hay una mano que la empuñe, pero a ti te hace empuñar con firmeza tu buena poesía. Un gran abrazo.
ResponderEliminarTenéis razón los dos: la vida es agridulce. Pero es la única que tenemos y no tiene borradores de prueba para poder reescribir el guión.
ResponderEliminarEn Navidad me da por echar en falta a toda la gente que he perdido a lo largo de mi vida y que "andan en exilio bajo tierra", como escribí una vez. Son malos días para mí.
Parezco al duende malo de la Navidad. Menos mal que ya se ha pasado. Ahora le pondremos tiritas al alma y a encarar a los trolls con los que me cruzo a diario.
Os mando un abrazo. Sed felices.