lunes, 2 de enero de 2012

LLAMADA DE AÑO NUEVO

   El teléfono suena siempre cuando estás en la ducha, o en la siesta. Suele sonar si se está muriendo algún personaje interesante y no puedes dejar de leer, aunque siga sonando una y mil veces. ¿Qué es más importante?, te preguntas. Cedes. Al final, siempre cedes, porque quién sabe qué puede pasar si no lo descuelgas. Tal vez sea alguien con el alma cargada, que justo ahora está decidiendo qué hacer con su vida. Puede ser que necesite un café cargado, un gin tónic cargado, o una cabeza menos embotada que la tuya para que pueda llegar a convencerle de lo buena y estupenda que es la vida en enero, de lo agradable que es el frío, de lo bien que se está solo en un piso vacío, sin tener que empuñar el mando a distancia, como una cimitarra en mitad de la noche.
   A veces lo consigues. Consigues convencer al otro de que hay un motivo para sonreir. Que la soledad no tiene por qué ser una condena. Y el otro termina riendo entre las lágrimas. Pero ¿qué pasa cuando no es el otro sino tú quien ha marcado primero? ¿Qué pasa cuando hiela en el alma y no hay nadie al otro lado del teléfono?

1 comentario:

  1. He ahí la cuestión, Blanca: "¿Qué pasa cuando hiela en el alma y no hay nadie al otro lado del teléfono?" Más aún, ¿qué pasa si no hay nadie para hablar de los días que se van tan rápido?

    Un abrazo

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