domingo, 16 de octubre de 2011

SUEÑOS

    Escribió el tercer sueño en un papel de color verde musgo y lo metió a la bolsa donde anotaba todos sus sueños. Otro más que no sabía si iba a cumplirse. En cualquier caso, era bueno tenerlos registrados, contados y clasificados, porque nunca sabes qué puede pasar. Tal vez alguien te robe la memoria y tú no puedas volver a escribirlos.
   Empezó a coleccionar sueños a los ocho años. Cuando se dio cuenta de que a veces olvidaba lo que había soñado y no había nada que pudiera hacerle recordar. Una lástima, porque sus sueños eran hermosísimos. Tenían esquinas de luna, caminitos de miel y envolturas de papel de colores. Tenían cintas de seda roja que los cerraban a los ojos curiosos de los extraños. Pero les faltaba algo. Sabía que les faltaba algo y cuando él se quedó embobado mirando la cajita azul cielo donde guardaba sus sueños, ella supo qué era. Y se quedó en silencio junto a él, mientras escribía un nuevo guión para un nuevo sueño. Que tampoco sabía si iba a cumplirse. Pero que no quería dejar de soñar.

4 comentarios:

  1. ¿Si no existieran los sueños a dónde irían nuestros deseos?

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  2. Precioso.
    Cuánta sensibilidad.Nunca debemos dejar de soñar pero tampoco ser exclavos de nuestros sueños.
    Lo mejor es hacer de nuestros sueños una realidad de vida.
    Un abrazo paisana y enhorabuena.

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  3. Siempre tan acertado en tus comentarios, Bocanegra. Gracias mil.
    Gracias a ti también, Irene. Bss.

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  4. Una narración preciosa, con los colores y texturas de la infancia, y del primer amor adolescente, aquel que nos hizo soñar y cambió el rumbo de los sueños con un nuevo guión... aunque no el lugar donde los fuimos guardando. Un fuerte abrazo.

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