Cuatro minutos.
En mi tetera, un té con hierbabuena.
Silenciosa,
plácida,
tranquila,
se desliza la vida junto a mí.
Cuatro minutos.
El mundo se despierta.
Bosteza el aire. El Sol se despereza.
La Muerte, al otro lado, pasea por Haití.
Abre espitas de sangre,
siega abrazos.
Escribe heridas,
congela las miradas.
Fotográficos ojos que ya nunca
Se volverán a abrir.
Cuatro minutos.
Mi té ya preparado.
Tiembla mi voz.
Hasta la Tierra tiembla.
Hiela en el alma y nadie me contesta.
Se ha callado el teléfono. La Muerte
pasea silenciosa por Haití.
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