A veces sobrevuela por el cielo de nuestra vida, despliega sus alas grandes y nos abriga el alma. A veces, parece estar aletargada, esperando tan sólo que extendamos las yemas de los dedos para poder tocarla. No es ella: somos nosotros los que no sabemos llenarnos de alegría el corazón. La felicidad es un pájaro frágil de alas anchas, que puede volarse de nuestro hombro con facilidad, si no hemos aprendido a alimentarla en la palma de nuestra mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario