jueves, 7 de julio de 2011

MEMORIA DE LA ARENA





Mis pies abren caminos en el aire.

A mis pies llega el mar,

como a una playa

donde arriban los naúfragos,

y escribe

la callada memoria de la arena.

El mar lo sabe todo y sus palabras

desgarran nuestras bocas malheridas.

Lo repiten sonoro,

interminable,

en el hueco de voz las caracolas.

Suena furioso, gime.

Ruge en el pecho de los acantilados.

Como animal herido y moribundo

brama lleno de ira,

grita nombres,

convoca rebeliones y maldice.



Todo lo sabe el mar,

porque hubo un tiempo

en que eran ley las voces de los peces

y escribían las olas las historias.

Tú no recuerdas,

porque hemos aprendido

a respirar un viento de palabras

que al agua, al mar, al río arrebatamos

al perder las aletas y las branquias.



No puedes recordar,

pero habrá un día

en que al mar nos devuelvan las palabras

y la sal se desborde en los pulmones

devorando el oxígeno.

No perdamos el rumbo ni la arena.

¿Quién puede descifrar a las gaviotas,

o el rastro de la sal en las miradas?

El sabor de las lágrimas…

La sal de las derrotas, hasta el labio

bajando hasta los pies,

que todo barre

puede purificar nuestras palabras.



Si no puedes llorar, déjalo todo.

Abandona detrás cuanto conoces

y encamina tus pasos a la playa.

   (De "Tal vez sea la luz")

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