Completada la rueda de las manos
y con el círculo mágico dispuesto
cerraremos los ojos con cansancio
y evocaremos al duende de la lluvia.
Rodarán en el aire los conjuros,
estallará la risa
con su baile de estrellas,
enanitos-gigantes atentos a la trama.
Ella sólo quería ser famosa,
aunque fuera matando a la madrastra.
Corte de mangas les hizo a los dogmáticos,
se enrolló al ojo fijo de la tele,
en un bosque de cables de guitarras
se maquilló de verde las ojeras.
Evocaba a los duendes de la lluvia
e, incapaz de vivirse en otro cuento,
se ahorcó
con el cordón de su corpiño.
Genial. Sabía que mi intuición no me engañaba y que estaba oyendo a una gran poeta. Me encanta
ResponderEliminarMuchas gracias, Milagros. Bss
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