-como un árbol de sombra-
que detenga mis pasos siempre en vuelo
en el borde impreciso de tu ausencia
y que pruebe a nombrarme
con todas tus palabras.
Te gusta que me busque
en el límite exacto de tus dedos,
rescatarme la frente
de los sueños descalzos que me habitan,
capaces de elevarme y abatirme.
Con la luz que no tengo
y que tú buscas
-tenazmente-
en el caos de mis sombras,
te gusta
prohibirme la tristeza.
(De "Franjas de sombra")
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